jueves, 30 de abril de 2009

Psicodelia


Hay, en los ojos del monstruo que habita en nuestros oídos, algo que lo hace vulnerable al comentario de una improvisada.
Sin embargo el gigante es el guardián por excelencia de todo lo que creemos infinito al oído.
Basta con oír y remontarse a la tierra de los argonautas, con su perro y su diosa, con su caverna y sus mares, y el mar besando la isla, y la isla besando el continente.
Perro fiel, mujer del mundo, un solo dominio es tu dominio: y las cálices son desprolijas estatuas remendadas.
Sólo una mujer viajará en ese viaje, el olimpo se tragó el rastro de la diosa, y como la música, habrá de renacer cuando Cronos caiga en su propio hechizo. Es por eso que esta música que oigo, siempre llega a tiempo, siempre se oye desde algún lado.
Quilatera para Navío Argos.

Absolución


Ya no me abrazarás como esa noche.
Nunca. No volverás a hacerlo.
Aquella irrepetible ternura duró
Sólo un instante.
¿Qué te hice para que
Pongas en mis hombros
Todo el hielo?
¿Qué error cometí,
Más allá de mis ojos?
¿Cuál daño fue tan grave?
Mi indescifrable ternura
Hoy agoniza sin explicaciones.
Mis sueños de amor
Se retuercen en el fango.
Todo lo di, y no hay en vos un solo rastro.
No hay bálsamo ni veneno.
No hay nada.
Nada, sinónimo de todos los besos
Que me diste.
Ya no me abrazarás como esa noche.
El fuego irá borrando tus huellas
En mi almohada.
Tu sello quedará en mis manos
Estigma que no cesa en su hondura.
Si supieras cómo acicalo este dolor
Me comprarías un envoltorio de cometas.
Si supieras cuántas lágrimas he zurcido
Las nuevas constelaciones quedarían truncas.
¿qué pacto firmaste?, ¿y con quién?
¿a quién le debes lo que no eres?
¿a quién silenciarás todas las noches
De ahora en adelante?
Mis caricias, compendio de ingenuidades
Mis brazos, cadalsos en desuso
Ni siquiera pude odiarte,
Ni siquiera tuve tiempo de herirte
Ni siquiera me dejaste recordarte
Porque esto que ves en mi piel
Son restos de tus golpes,
Torturas vocales que infundiste con pecados.
Tu voz aniquiló mis lágrimas oníricas
Tu indiferencia fue mi mejor vestido
Y así me paseaba entre la gente
Con un orgullo nunca visto.
Que Dios te perdone.
Y me absuelva de vos.


Perdón


Perdón por quererte así
Perdón por odiar a todas las mujeres
Que saben tu nombre.
Perdón por recelar tu espalda
y tus manos. Sobre todo tus manos.
Perdón por detestar el tiempo/
cuando no estás.
Perdón por buscar tu perfume
entre mi ropa.
Perdón por amar tu daño
y temerle a tu encanto.
Perdón por esperar que me llames
perdón por suponerte.
Perdón.
Deberé dejar de llorarte.
Deberé no cerrar los ojos
y dibujar los tuyos…
Deberé olvidarme tu número/
tu apellido, el contorno de tus piernas/
la figura de tus rodillas.
Deberé dejar de buscarte en mi vientre
mientras la ducha apacigua mis soledades.
Perdón por nombrarte cada mañana
y cada noche antes de dormirme.
Perdón por aferrarte en mis sueños
y no en mis realidades.
Deberé botar todas las cajas
de tus cigarrillos.
Todos los papelitos que fuiste
perdiendo en mi casa.
Deberé dejar de escribir
todas las cartas que nunca me escribiste.
Deberé empezar a buscarme
en donde me dejaste.
Deberé borrar de mi memoria
el nombre de tu piano
el color de tus camisas/
Las pecas de tus brazos.
Deberé cambiar de rumbo
y no esperar horas vacías en la puerta
de tu casa
Deberé olvidar las tasas de te
Perdón por recordar el día de tu cumpleaños
el nombre de tu perro/
El nombre del cuervo, y el sabor de tus labios.
Perdón por odiar mi cuerpo cuando no está con el tuyo
Perdón por odiar mi inocencia/
mi inconsciencia, mi ternura.
Deberé abandonar todas las señales
todos mis modos de decirte que te espero.
Deberé pintar infiernos con mis celos
encendidos.
Perdón por desearte lo mejor, pero conmigo.
Perdón por mi egoísmo y por el tuyo.
Perdón por mis ganas de que llames algún día.
Perdón por mis sueños de príncipe y castillo.
Perdón por mis canciones jamás cantadas.
Deberé hurgar en el mañana
pero ese tiempo está omitido.
Perdón por todo, y por la nada.
Perdón por ser esto, y no otra cosa.
Perdón por entrar en tu vida
y perdón por dejarte entrar en mis entrañas.
Perdón por todas mis hazañas
y por todas las mentiras.
Deberé ser valiente…
Y esperar la estocada.
Perdón por todo lo que pierdo
Perdón por todo lo que amo.

Done


Me deshiciste el amor.
Borraste mis sueños de libertad
Puesto que me uniste a vos
Con cadenas pesadas.
Me deshiciste el consuelo
De asegurarme una noche en tus brazos.
Me quitaste las ropas como el otoño
Y hoy ruedo como hoja seca.
Brindé por tu cuerpo en madrugada
Brindé de día y de noche.
Me deshiciste el amor.
Yo que te amaba.
Yo que soñaba con tu sueño
De hombre poseído.
Y no esclavo.
Yo no quiero tus candados.
No quiero tus promesas.
Quiero tus hombros,
Quiero tu espalda.
Me deshiciste el amor.
Yo que te soñaba.
Rompiste el hechizo
Y olvidaste mi nombre.
Y te voy a perdonar
Porque no pienso perdonarte.
Porque no pienso olvidarte.
Porque no pienso en mi alma.
Deshecha.
Me deshiciste el amor,
Yo que te esperaba
Yo que te aguardaba como un niño.
Y te rogaba me cuidaras.
Yo que te admiraba,
Tu traición venció a mis ojos.
Yo que te miraba, y sonreía
yo que te cuidaba y respetaba.
Me deshiciste el amor
No titubeaste.
No disimulaste ni un segundo.
Y ahora soy esto:
Una sutura vuelta añicos
Una canción no interpretada.
No dudaste ni un segundo
Y me uniste a tus calamidades.
Te nombraré hasta el día de mi muerte.
Te nombraré hasta hoy.
Yo que te adoraba.
Me deshiciste el amor.
Me deshiciste.


Suposiciones


Y yo que suponía al sol besando
Mis mejillas, mis rodillas.
Y yo que suponía el dolor
Menguando su veneno
Su tormento.
Y yo que suponía gaviotas
En la ciudad, en la avenida
Y yo que suponía la verdad
Y fue un engaño.
Y yo que suponía un corazón
Y fue una piedra.
Supuse que en Abril sería distinto…
Pero por qué habría de serlo?
Yo supuse un sol besando mi cuerpo
Pero solo oí el crujir de las hojas
Caídas.

Yo


Me preguntáis como me volví loco. Así sucedió:Un día desperté de un profundo sueño y descubrí que me habían robado todas mis máscaras -si; las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado, y que llevé en siete vidas distintas-; corrí sin máscara por las calles atestadas de gente, gritando:-¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones!Hombres y mujeres se reían de mí, y al verme, varias personas, llenas de espanto, corrieron a refugiarse en sus casas. Y cuando llegué a la plaza del mercado, un joven, de pie en la azotea de su casa, señalándome gritó:-Miren! ¡Es un loco!Alcé la cabeza para ver quién gritaba, y por vez primera el sol besó mi desnudo rostro, y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras. Y como si fuera presa de un trance, grité:-¡Benditos! ¡Benditos sean los ladrones que me robaron mis máscaras!Así fue que me convertí en un loco.Y en mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser.Pero no dejéis que me enorgullezca demasiado de mi seguridad; ni siquiera el ladrón encarcelado está a salvo de otro ladrón.